El Bosco. "El carro de heno" 1502 |
Este artículo no es otro artículo sobre las claves del universo bosquiano, intentando desentrañar su personalidad artística y su misterioso juego iconográfico. Porque, siendo objetivos, ¿qué sabemos con total certeza sobre El Bosco? Muy poco o nada. Casi todo lo que creemos conocer de él se fundamenta en datos sueltos, breves noticias e interpretaciones de lo más dispares entre si. El propio Gombrich, en su famosa Historia del Arte de 1950, ya dedicaba estas palabras al artista:
"... uno de esos pintores acerca de quien es muy poco todo lo que se sabe..."
Detalle panel derecho de El jardín de las delicias. |
Desde entonces, muchos se han adentrado en el universo de esta "rara avis" de su época: Fernando Marías, Joaquín Yarza Luaces, Stefan Fischer o Reindert Falkenburg, que dirigirá la VI Cátedra del Prado 2016: El arte de Jheronimus Bosch "el Bosco" (h.1450-1516) y de Pieter Bruegel (h,1525-1569), son solo algunos ejemplos.
Mucho antes que ellos hubo otros exégetas, relativamente próximos a su tiempo, que se interesaron por la naturaleza del éxito de este enigmático artista:
Karel van Mander (1548-1606) recopiló poco más de dos páginas con esbozos sobre su vida, enumeró algunas de sus obras y aportó algún aspecto sobre su técnica; Antonio de Beatis, acompañando al cardenal Luís de Aragón en su viaje a los Países Bajos (en 1517) para reunirse con Carlos V, contempló El jardín de las delicias (cuyo propietario por entonces era Enrique III de Nassau) describiéndolo en estos términos:
Mucho antes que ellos hubo otros exégetas, relativamente próximos a su tiempo, que se interesaron por la naturaleza del éxito de este enigmático artista:
Karel van Mander (1548-1606) recopiló poco más de dos páginas con esbozos sobre su vida, enumeró algunas de sus obras y aportó algún aspecto sobre su técnica; Antonio de Beatis, acompañando al cardenal Luís de Aragón en su viaje a los Países Bajos (en 1517) para reunirse con Carlos V, contempló El jardín de las delicias (cuyo propietario por entonces era Enrique III de Nassau) describiéndolo en estos términos:
"... hay algunas tablas con diversas bizarrías... donde unos salen de una concha marina, otros defecan grullas, hombres y mujeres... cosas tan placenteras y fantásticas que en modo alguno se podrían describir..."
O Fray José de Sigüenza (1544-1506), fiel consejero de Felipe II, quien afirmó de el Bosco:
"... los demás procuraron pintar al hombre cual parece por defuera; este solo se atrevió a pintarle cual es dentro..."
LOS LUGARES COMUNES DEL ARTE
Pues bien, después
de cinco largas centenas aún seguimos admirando a un desconocido
conocido por todos... paradojas que tiene la Historia del Arte.
Por tanto, y aunque este comentario pueda enfurecer a muchos,
cualquier hipótesis con cierto fundamento a propósito de nuestro
artista podría resultar plausible, incluso la tan denostada
conjetura de Wilhelm Fraenger (1890-1964) sobre la pertenencia
de el Bosco a la herética Hermandad del Libre Espíritu.
Así que no, este artículo no tratará ninguno de esos aspectos, sino que va a sumergirse en la atracción, la fascinación y la vigencia que la obra de Jheronimus van Aken, el Bosco, ha tenido y tiene en la Historia del Arte. Lo que de el Bosco habita en nosotros...
Ante esto cabría preguntarse: ¿qué nos seduce tanto de él y su
universo simbólico?, ¿por qué ese irresistible magnetismo?. La
respuesta es tan antigua como antiguo es el mundo: porque a los seres
humanos nos atrae lo desconocido, lo que escapa de nuestro control y
nuestra razón no puede comprender. Aquello que los románticos de
finales del siglo XVIII y XIX llamaban "experiencia de lo
sublime", y que abordaba conceptos como: el terror, el placer del dolor, el gozo perverso que produce la
contemplación de lo desagradable, la delgada línea que separa lo
monstruoso de lo cómico y la insignificancia del ser ante las fuerzas
superiores. Una práctica que sólo puede llevarse a cabo desde lo
más profundo del alma.
El
antropólogo Carmelo Lisón Tolosana
escribe en su obra La
España mental: el problema del Mal
(1990), que artistas como el Bosco o Goya representaban “estados
extremos de experiencia como metáforas de la angustia intemporal”,
todo con el fin de comprender nuestra finitud como seres mortales. A
través de la fantasía a nuestra razón le resulta menos complicado entender estos asuntos,
ya que normalmente huye de cuestiones metafísicas. Y concluye
diciendo:
“lo
inconmensurable es para el Arte, no para la Ciencia”.
EL BOSCO A TRAVÉS
DE LA HISTORIA DEL ARTE
Los artistas a lo largo de la historia, han explorado estos estados
del alma y han creado imágenes que desvelan al resto de espectadores
la naturaleza de lo espantoso, de lo extraño, de lo fantástico...
Al dotarles de forma, exorcizan de alguna manera esos demonios que
acechan el pensamiento.
Después de el Bosco, fue quizás Pieter Brueghel el Viejo
(1525-1569) quien mejor ahondó en estos aspectos, naturalmente muy
imbuído por la obra del protagonista de nuestro artículo. Sus
pinturas también han sido interpretadas bajo muchas premisas (en
clave religiosa, política, social...) Aunque, como observa
Valeriano Bozal en su introducción a Lo cómico y la
caricatura de Baudelaire, lo grotesco no tiene que tener
esencialmente un fin moral o crítico, sino que puede ser
sencillamente un ejercicio de libre expresión. Parece que Brueghel
se complacía en representar esas violentas escenas, se regodeaba en
ellas sin más.
Generalmente lo situamos representando escenas cotidianas de la vida
de los campesinos flamencos, con una gran carga anecdótica, pero en
este caso aborda el tema bíblico de la caída de los ángeles
rebeldes. Las figuras siguen teniendo esa
tratamiento tardo-gótico de extremo detalle (representa cada
textura, cada poro, cada pluma o veta), pero en lo que se muestra
diferente a su tradición, y muy cercano a el Bosco, es en la visión
panorámica de la escena. No existe un personaje principal, una
acción preponderante que marca el orden de las escenas secundarias.
Todo tiene una visión de conjunto, un ritmo vertiginoso en el que se
hace necesario parar para apreciar cada pequeña figura, cada pequeña
acción que se sucede de manera simultánea al resto. Por supuesto
hace gala de un catálogo de seres híbridos, metamorfosis animales,
medio bestias, medio vegetales... Y de colores brillantes y vivos
que refuerzan aún más si cabe la sensación de estar envueltos en
un mal sueño o pesadilla.
Pieter Brueghel. "La caída de los ángeles rebeldes" 1562 |
Dando un salto en el tiempo hasta finales del siglo XVIII y el siglo
XIX, volvemos a sentir la influencia de el Bosco de forma muy viva en
los artistas. Hogarth (1697-1764) en Inglaterra y Grandville
(1803-1847) en Francia, se sirvieron del lenguaje bosquiano para
hacer una crítica a los vicios sociales y morales de su época.
Utilizaban un marcado carácter caricaturesco, ridiculizando los
estamentos sociales a través de: el gesto, la mueca, acciones absurdas, la degradación física de los personajes y
las figuras zoo-antropomorfas.
A la izquierda: grabados de Grandville, 1829; a la derecha: Hogarth. "El callejón de la ginebra" 1751 |
Pero quizás, las personalidades más sobresalientes de este momento fueron
William Blake (1757-1827) y Francisco de Goya
((1746-1828). Blake es el artista romántico por antonomasia. Poeta, pintor
y grabador, vivía entre la tragedia que era su propia existencia
(murió en la más absoluta miseria, enfermo y falto de cualquier
reconocimiento artístico) y su espíritu místico y visionario que
le llevó a aventurarse en proyectos en los que conjugaba su faceta
literaria y como dibujante, por ejemplo: Cantares de Inocencia
(1789) o Jerusalem (1804). Pero también ilustró la obra
de otros poetas y escritores. Es el caso de su último trabajo, La
Divina Comedia de Dante (1825-27), que no llegó a concluir y de
la que sólo se conservan siete grabados completos, de los 102
proyectados inicialmente.
Blake. "Nicolás III en el Infierno" 1824 ; El Bosco. Detalle "Infierno" |
Aunque los volúmenes de sus figuras nos llevan hasta Miguel Ángel,
el tratamiento de los temas, el simbolismo que emerge de ellos, la
deformación de sus representaciones... son inequívocamente
reminiscencias de el Bosco. El grabado del papa simoníaco Nicolas
III, condenado a permanecer en
un agujero de fuego boca abajo por toda la eternidad, nos remite a
algunas de las escenas de infiernos
de El jardin de las delicias o El carro de heno.
De su contemporáneo Goya, Baudelaire escribía:
“...
hay algo en él que recuerda esos ensueños periódicos o crónicos
que asedian regularmente nuestro sueño... El gran mérito de Goya
consiste en crear lo monstruoso verosímil... todas esas caras
bestiales, esas muecas diabólicas, están imbuídas de humanidad...
es a un tiempo transcendente y natural”
"EL aquelarre"; "Grande hazaña con muertos"; "El sueño de la razón produce monstruos" |
Su serie de Los Caprichos (1792-1799), Los desastres de la
guerra (1810-1815) o las denominadas Pinturas negras
(1819-1823), realizadas en los muros de su casa de la Quinta del Sordo,
contienen elementos del lenguaje iconográfico de el Bosco (visiones
nocturnas, deformaciones de la realidad, figuras caricaturizadas,
seres híbridos y simbólicos...) Pero así como en el holandés
hablábamos de una lectura satírica que busca la reconvención moral desde el humor negro, en Goya se aprecia una expresión pesimista de los temas, un juicio
inexorable a los males de los que adolece su mundo: las terribles
consecuencias de la guerra, la crítica a la doble moral, a la
corrupción política, la superstición...
Por supuesto se quedan en el tintero otros nombres como Flaxman,
Fuseli, Delacroix, Doré... pero sería
imposible abarcar la impronta de nuestro genial holandés en esos
casi dos siglos de creadores.
Redon. "Diablo llevando una cabeza" 1876 |
En un estilo indeterminado, a caballo entre el Simbolismo y el
Surrealismo, encontramos a Odilon Redon (1840-1916).
Contemporáneo de los impresionistas, con los que incluso llegó a
exponer en 1886, su personalidad artística iba en otra dirección.
En este sentido, pueden hallarse muchos paralelismos con el Bosco:
ambos pintaban escenas fantasiosas, misteriosas y oníricas, cargadas
de humor negro; los dos llevaban trayectorias equidistantes con
respecto a sus colegas pintores; y fueron apreciados por los
surrealistas como precursores del movimiento.
EL BOSCO Y EL
SURREALISMO
El Bosco ha sido objeto de inspiración para románticos,
simbolistas, prerrafaelitas... pero en todos estos movimientos su
impronta se hallaba más o menos reconocible. Serán los surrealistas
los primeros en reivindicar la figura de Jheronimus Bosch como
precursor indiscutible de su estilo. Algo así como un profeta
artístico para ellos.
Desde que André Breton firmó en París el Primer
Manifiesto Surrealista de 1924
y el Segundo
Manifiesto Surrealista de 1929,
muchos fueron los que pasaron por sus filas, se marcharon o
simplemente experimentaron sus premisas: Arp,
de Chirico,
Ray,
Klee,
Masson,
Miró,
Picasso... Algunas de esas premisas pasaban por
representar las imágenes del inconsciente generadas por lo que
consideraban la “errónea interpretación de la
realidad”. Este examen
psicológico era para ellos una manera de equilibrar la razón en el
mundo. El psiquiatra suizo Carl
Gustav Jung (1875-1961),
describía el proceso creativo de los surrealista del siguiente modo:
“...El
proceso creativo, si es posible seguirlo en alguna forma, consiste en
la activación inconsciente de una imagen arquetípica, a la que se
elabora y da forma en un trabajo terminado... La imagen primordial en
el inconsciente, que está mejor capacitada para compensar la visión
inadecuada y parcial del presente... El artista puede descubrir qué
imágenes compensan las necesidades inconscientes de su tiempo...”
No es de extrañar, por tanto, que el Bosco supusiese para ellos una
fuente indispensable e incluso un maestro antecesor del movimiento.
Quizás fuese Salvador Dalí (1904-1989) la figura más
popular de la corriente surrealista por razones obvias.
Pero cabría destacar la sutileza e interpretación personal que del
Surrealismo hizo la pareja formada por Max Ernst (1891-1976) y
Leonora Carrington (1917-2011).
Max Ernst, fue uno de los pintores que, viniendo del Dadaísmo,
se sumergió en la vanguardia surrealista y llegó a formar parte
importante del grupo. Tenía una gran capacidad para crear a partir
de técnicas inventadas por él mismo como el 'frottage', el
'grattage' o la 'decalcomanía'. Su lienzo de 1940-42 titulado
“Europa después de la lluvia”, nos muestra una Europa
devastada por la Segunda Guerra Mundial, con un paisaje rocoso que se
asemeja mucho a los paisajes de el Bosco. Todo aparece en plena
descomposición aunque parecen surgir algunas figuras de las rocas...
Arriba: Max Ernst. "Europa después de la lluvia" 1942 Abajo: Leonora Carrington. "Red horses of the Sidhe" 1996 |
Leonora Carrington, considerada por muchos la última
superviviente surrealista (etiqueta de la que ella misma huía como
de cualquier otro encasillamiento artístico, social o de género)
bebía también de las fuentes del simbólico subconsciente y la
colección de repertorios que el Bosco había dejado como legado. Sin
duda su relación personal y profesional con Max Ernst, además de
una ajetreada y nada convencional vida, marcaron su rumbo artístico.
Juntos formaron una de las parejas de álter egos más conocidas de
la Historia del Arte: Loplop y la Desposada del Viento, unidos
para siempre por el arte. Su obra “Red horses of the Sidhe”
de 1996, describe una leyenda mitológica irlandesa sobre unas hadas
expulsadas a las montañas tras ser invadida Irlanda por los
gaélicos. En definitiva, un tema que nos evoca los infiernos de “El
carro de heno”, “El Juicio Final” de Viena o “El
jardín de las delicias”, con personajes alados, híbridos de
pájaros y una acción vertiginosa.
BOSCH IS “TRENDY”
Después de este recorrido se puede decir sin asomo de duda que el
Bosco ha estado, está y estará simpre de moda. Y es así porque
vivimos con una parte de él en nosotros, que ha crecido casi
sin darnos cuenta en el imaginario colectivo, gracias a la
reinterpretación de su universo que han hecho otros artistas y, por
supuesto, a su extraordinaria obra. Lo más interesante es que su vocabulario visual es tan rico que
puede interpretarse desde infinitas posibilidades:
Peter Witkin (1939) o los Hermanos Chapman (1966 y
1962), inciden en los aspectos más macabros y polémicos: la
deformidad, el dolor, la oscuridad, la muerte, el sexo... todo
aquello que rompa con 'lo correcto' y socialmente establecido.
Arriba: tres fotografías de Peter Witkin; Abajo: Los hmnos Chapman. "What the Hell I-IX"/"Fucking Hell" 2000-2003 |
Desde Los Ángeles (California) los “chicos underground” del
Lowbrow art o Surrealismo Pop. La inmensa mayoría se
encuentra fuera del circuito de las grandes galerías de arte y los
museos contemporáneos. Construyen un mundo formal que aúna el Pop
art con los maestros antiguos, y vienen de disciplinas tan dispares
como el tatuaje, el cómic, la ilustración de libros e incluso algún
autodidacta. Quizás estas circunstancias son precisamente las que
les liberan de las cadenas del arte para enseñarnos un universo
irreverente en el que aparecen arquetipos perturbadores,
yuxtaposiciones de contrarios (almas inocentes infantiles y al mismo
tiempo atormentadas e inquietantes), apariciones misteriosas, objetos
de la cultura kitsch, narraciones complejas, temas mordaces (exentos
de prejuicios y satíricos), recreación en la crueldad, el sexo...
Entre sus filas encontramos nombres como: Mark Ryden (1963),
Todd Schorr (1954), Gary Baseman (1960) o Camille
Rose García (1970) entre otros.
Izquierda: Mark Ryden. "The Creatix" 2005; Derecha: Camille Rose García. "Now on Black Butterfly" 2010 |
Arriba: Todd Schorr "Dreamland"2004; Abajo: Gary Baseman "La noche de la fusión" 2009 |
Y por último, un grupo de artistas multidisciplinares y heterogéneos
que, sin embargo, tienen en común recurrir a obras del pasado para
reinterpretarlas, sustituyendo los elementos iconográficos
religiosos, paganos (o de otra índole) de las obras originales por
símbolos contemporáneos. Desde ahí exploran situaciones como la
sociedad de consumo, las nuevas tecnologías, el arte popular digital
y otros temas de actualidad. Uno de sus iconos recurrentes es, como
no, el Bosco. En esta secuencia de imágenes vemos distintas
interpretaciones de “El jardín de las delicias”:
Arriba: Carla Gannis ttps://vimeo.com/109645144 "The garden of emoji delights" 2014 Abajo: Emily Erb "The garden of earthly delights" 2009 |
Arriba: Raqib Shaw "The garden of earthly delights" 2004; Abajo: Lluis Barba "El jardín de las delicias" 2007 |
Jheronimus van Aken, Jheronimus Bosch, Joen, el
Bosco... El misterio más admirado de la Historia del Arte.
Ahora, cada vez que os acerquéis a sus pinturas hacedlo con total
libertad y el pensamiento abierto. En vosotros están todas las
claves para interpretarlo. Y si aún así os resulta complejo, seguid
estas sencillas instrucciones:
-Agitad bien vuestras mentes
-Poneos boca abajo (metafóricamente hablando, claro)
-Destapad el tapón del subconsciente...
Y dejaos llevar...
Iris G.
LO QUE PRESUMIMOS DE LA BIOGRAFÍA Y OBRA DE JHERONIMUS BOSCH
-Nació
hacia 1450, en Hertogenbosch (Paises Bajos) de donde nunca salió
(aunque algunos ven indicios de un posible viaje a Venecia)
-Murió el 9 de agosto de
1516. Sus hermanos cofrades se encargaron del sepelio ya que era
un ciudadano bien considerado y famoso en la ciudad.
-Su
abuelo, Jan van Aken (h. 1380-1454), su padre, Anthonius van
Aken (h.1420-1478), y sus hermanos, eran también pintores y
tenían un pequeño taller provinciano donde el joven artista debió
formarse.
-Se
casó en 1481 con la hija de un adinerado comerciante, Aleid van
der Mynnen.
-En
1486 era miembro de la élite social de la ciudad, llegando a pertenecer
a la Ilustre Hermandad de Nuestra Señora.
-Tuvo
importantes clientes como Felipe el Hermoso, que le encarga un
Juicio Final (1504) hoy desaparecido. Y fue también coleccionado por
célebres personajes como Felipe de Guevara o Felipe II.
-Existen
veintisiete obras que se creen salidas directamente de su pincel.
También hay noticias de numerosas falsificaciones en su época.
-Se
desconocen la mayoría de las fechas (pues tenía por costumbre
no fechar sus pinturas), por lo que es difícil establecer etapas concretas en
su obra. En general se habla de tres etapas muy imprecisas:
1) 1474-1485; 2) 1485-1510; 3) 1510-1516
-Pintaba
en capas muy finas y veladas, que dejaban atisbar el fondo. Eso
facilitó que fueran repintadas en muchos casos, por lo que supone
también un handicap para su estudio. Su estilo se mueve entre la
tradición de los primitivos flamencos, la influencia de
artistas como Grünewald y su creación iconográfica personal,
convirtiendo los elementos secundarios (grotescos, híbridos..)
en personajes principales de sus cuadros.
-Sus
fuentes iconográficas no son del todo conocidas, aunque se
le supone cierta mezcla de pasajes bíblicos con el folklore
holandés (refranes populares, historias, literatura de la época
como “El barco de los locos” de Sebastian Brand de 1494...);
bestiarios medievales, los mirabilia, márgenes de códices miniados
(gryllas y drôleries góticas con una larga tradición desde la
Antigüedad oriental, Grecia y Roma)
-Temas
tratados desde: el humor, el simbolismo... El humor
prevalece frente al horror, representaciones que provocan risa en
lugar de temor aunque también sirven de reflexión sobre los pecados
del hombre, los castigos del Infierno, con una vocación moralista
y de devoción cristiana.
-Temas
que invitan a la meditación íntima, la “devotio moderna”
de finales del siglo XV y principios del siglo XVI.
-El soporte por excelencia de sus pinturas es la tabla y el formato el tríptico.
-El soporte por excelencia de sus pinturas es la tabla y el formato el tríptico.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
-Bango Torviso, Isidro; Marías, Fernando (1982): Bosch. Realidad, símbolo y fantasía. SÍLEX
-Baudelaire, Charles (2001): Lo cómico y la caricatura. Introducción de Valeriano Bozal. LA BALSA DE LA MEDUSA
-Fischer, Stefan (2016): Jheronimus Bosch. La obra completa. TASCHEN
-Gombrich, E.H. (2011): La Historia del Arte. PHAIDON PRESS
-Holzwarth, H.W. (2016): Arte Moderno. 1870-2000. TASCHEN
-Kettenmann, Andrea (2013): Surrealismo. TASCHEN
-Lisón Tolosana, C (2004): La España mental: el problema del Mal. AKAL
-Rosenblum, Robert; Janson, H.W. (1992): El Arte del siglo XIX. AKAL
-Yarza Luaces, J (1998): El jardín de las delicias. T.F.EDITORES
Fantástica entrada!!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias! Nos encanta que dejéis vuestras opiniones, nos anima a seguir y a mejorar.
EliminarUn abrazo!
El Bosco se sentiría orgulloso de esta magnífica perspectiva. Gracias por acercar el arte a todos los seres humanos
ResponderEliminarGracias a ti! Siempre decimos que el blog lo hacéis vosotros con vuestras opiniones y comentarios.
ResponderEliminarUn saludo!